domingo, 20 de julio de 2008

LOS ENCUENTROS DE ALDO DÍAZ

Encuentros repulsivos y ridículos de Jesús Aldo Díaz (Arequipa, 1974) nos transporta, —en cada uno de sus dieciocho relatos, y a través de una descripción llana, sórdida, absurda y a veces también grotesca—, a una realidad social (¿realidad peruana?) donde cada personaje tiene un comportamiento, cotidiano en algunos casos, mientras que los restantes se encuentran en pleno proceso de decadencia (algo que, en nuestros días, se considera, abslutamente, dentro de "lo normal").

Así, el texto, dividido en cuatro partes, en las cuales se mezclan algunos cuentos de Compartiendo la felicidad (Lima, Lago Sagrado Editores, 2000) y los 6 que conforman La conquista de Europa (Editorial Icimavall, 2003, texto con el que, además, alcanzó el Primer Premio Internacional de Relatos “Los Cachorros” del Instituto Cultural Iberoamericano Mario Vargas Llosa-Icimavall), se convierte en un portarretrato donde cada historia nos expone «que lo raro, lo extraordinario y lo sobrenatural suceden en un mundo normal; pero del cual ya no se tiene tiempo para ver, oler, escuchar y saborear».

Por ejemplo en la primera parte Fragmentos del discurso 1 hay cinco micro relatos, donde lo paródico respecto a nuestra “humanidad” se describe a través de fragmentaciones, diálogos interrumpidos, monólogos casi interiores, —una especie de discurso posmoderno, muchas veces banal (El rechazo fugaz por ejemplo, donde Díaz recurre al diálogo realizado a través del chat)— en el que los protagonistas, sin ningún contexto de ubicación espacial, llegan a ser el mismo lector, quien queda, al final del relato, hecho un “perfecto cojudo” (Las cosas son así); o llega al éxtasis de la sorpresa (De lo mortal a lo inmortal).

Luego continúa Lo repulsivo; cuatro relatos extensos con historias que, esta vez, sí cuentan con un contexto inmediato que va desde una innombrable ciudad capital (El desarrollo humano), la gran urbe mistiana (La amnesia feliz —para mí el mejor relato de todo el libro, donde la historia se construye a través de e-mails enviados “en cadena” de un personaje a otro reconstruyendo la historia de un encuentro frustrado entre un muchacho y un grupo de homosexuales, producto de un exceso de alcohol; y cuya moraleja, al final, despeja cualquier duda que se pueda intuir durante su lectura— y El regalo de cumpleaños), hasta llegar al paisaje serrano y terminar en un conocido puerto sureño: Ilo (La conquista de Europa, el relato más largo de todo el libro: 46 pp. y algo aburrido además). Aquí cabe resaltar que todos los protagonistas principales son varones, de distintas clases sociales y con historias no tan repugnantes como nos sugiere el título de esta colección.

La tercera parte, Lo ridículo, contiene igualmente cuatro relatos —tres de ellos enfocados, esta vez, en casos de mujeres—, sacados de la cotidianidad de la vida, y donde lo ridículo se manifiesta en los encuentros y las confesiones de sus protagonistas, cuyas historias tienen un desenlace final que puede parecernos terrible y, a la vez, tan normal, que no hay ninguna necesidad de cuestionarnos, sino de censurar más bien dicha normalidad. Así por ejemplo, en La zanahoria y el conejo el posible encuentro entre dos grandes amigos de la infancia (un eterno enamorado de la compañera de clase) se transforma súbitamente en un desencuentro al saberse ya extraños, y marcados por la indiferencia que el tiempo construye; y en El desliz de la reina la confesión de la protagonista a su cliente de turno puede parecernos repulsivo y hasta estúpido, por no encontrar una excusa “razonable” para explicar el ejercicio al que se dedica.

Finalmente, Fragmentos del discurso 2 —última parte del libro—, nos vuelve a conducir al mismo discurso de la primera parte, sólo con la diferencia de que aquí se logra percibir un atisbo de reflexión en alguno de sus “fragmentos”. Son cinco micro relatos (el primero El hombre creador de apenas tres líneas) donde una realidad «cotidiana» es atravesada por la exploración casi sobrenatural de lo sagrado (El hombre creador y La enseñanza desconocida), que sorprenden por su simplicidad y un lenguaje directo (sin metáforas) que Díaz pretende dominar de una manera casi maestra.

No hay mucha información acerca del autor y su ligazón a la intelectualidad arequipeña surgida en las últimas décadas; por ello Eduardo Gonzáles Viaña ha dicho que «estamos hablando de un escritor insular. Díaz es insular, solitario e implacable». El descubrimiento que tuve de él fue gracias a un amigo que generosamente me prestó el texto. Sólo así he podido disfrutarlo y creer que algo estupendo puede venir más adelante. Y puesto que no hay altibajos notorios en este libro, estaré atento a futuras publicaciones, ya que Díaz es un escritor que promete, que promete más de lo que en este libro se percibe.

Encuentros repulsivos y ridículos, 143 pp.
Jesús Aldo Díaz
Lima, Editorial San Marcos, 2003.


Más sobre el autor, ver el aleph y ufn
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